Los seres humanos somos seres sociales por naturaleza. Nuestra supervivencia depende en gran medida de hacernos entender. Y con el paso de los años, la comunicación se convierte en una vía de socialización tanto en el ámbito personal como profesional. Cada vez más se valoran las habilidades comunicativas en el mundo laboral. Por esta razón, todos los miembros de una organización deberían ser capaces de comunicarse de forma asertiva.
La teoría de la comunicación humana de Watzlawick afirma que es imposible no comunicar. Es decir, hasta cuando no decimos nada, estamos comunicando. De este modo, aprender a hacerlo con responsabilidad y empatía es necesario. Nuestras palabras y gestos pueden generar conflictos o resolverlos según las utilicemos.
La comunicación asertiva es aquella que nos permite expresar los pensamientos de manera honesta, directa y correcta. El respeto es fundamental a la hora de defender nuestras propias creencias. Lograr ser una persona asertiva requiere habilidades personales e interpersonales para exteriorizar ideas, sentimientos u opiniones.
El liderazgo y la comunicación asertiva
Los directivos, altos ejecutivos o los mandos intermedios tienen la obligación de relacionarse con sus subordinados. Así como con el resto de miembros de su mismo rango. Sin embargo, su forma de actuar y de dirigirse a los trabajadores debe ser desde una postura de liderazgo.
Esta es otra de las habilidades más necesarias en las empresas. Contar con una figura líder es mucho más eficaz que apostar por el jefe inalcanzable. Para alcanzar este perfil es importante ser una persona asertiva.
Entender la comunicación asertiva como una herramienta es fundamental. Permite optimizar las relaciones humanas en todos los ámbitos. En este sentido, utilizarla en el trabajo puede mejorar las relaciones y, en consecuencia, los procesos.
Es inevitable que surjan problemas o rencillas entre compañeros o mandos superiores. Sin embargo, se marca la diferencia en el modo de resolverlo. Esto requiere saber escuchar, exponer sus argumentos y sobre todo respetar a la otra persona. Según los expertos, la asertividad depende de nuestra inteligencia emocional.
Lo normal sería que las partes implicadas aportasen sus ideas sin temor a ser juzgadas. En situaciones de igualdad no debe suponer un inconveniente. Sin embargo, en las relaciones de poder resulta más difícil.
Por ejemplo, no es habitual que un subordinado le diga a su jefe todo lo que piensa. Esto se debe al temor a una posible sanción si no está de acuerdo. Aquí es donde debería entrar en juego el jefe-líder. Un profesional al que sus empleados no temen y con el que pueden exponer todos sus pensamientos sin temor a represalias. ¿Suena bien, verdad? Estudie nuestro Doctorado en Comunicación y adquiera estas destrezas.
Consejos para mejorar la comunicación asertiva
Sea cual sea su puesto, actuar con asertividad le ayudará en su vida. Por esto, hemos recopilado algunas recomendaciones para trabajar esta habilidad. Algunas tareas que pueden mejorarla son las siguientes:
- Comience a incluir la asertividad en su vida cotidiana: debe empezar con pequeñas acciones. Ser consciente de la situación e intentar actuar honestamente y sin perjudicar al otro es el primer paso.
- Diga no: aprenda a negar sin dejar de ser considerado. Sea firme y honesto con su decisión. Y sobre todo, si ha actuado bien, no se preocupe por la reacción del otro.
- No pida perdón por expresar una necesidad o deseo: no hay motivo para sentirse culpable o avergonzado por pedir algo. Siempre que sea razonable y lo pida con respeto, no se angustie.
- Use el lenguaje verbal y no verbal: muéstrese seguro con el tono de voz y su postura.
- No justifique su opinión: no es necesario agradar a todo el mundo, por lo que su opinión no debe ser explicada. Discuta razonando y con respeto, pero no sucumba a las exigencias de aquellos que se sienten inseguros.
Recuerda: ser asertivo no es dejar de ser uno mismo, sino mejorar sus habilidades sociales.