¿Está cansado de posponer sus tareas por otras más gratificantes? Es muy habitual que atrasemos ciertos deberes en el ámbito académico y profesional. Incluso, en nuestra vida personal tratamos de evitar algunas responsabilidades en algunas ocasiones. El retraso de una actividad, refugiándonos en otras más agradables, se denomina procrastinar.
Sí sí, existe un verbo para definir cuando nos escabullimos de una tarea. Esta evasión puede ser por diversos motivos: nos resulta difícil, nos ocupará mucho tiempo, conlleva una toma de decisiones, por miedo al fracaso,…
Al realizar otra actividad en lugar de la que deberíamos estar haciendo buscamos una excusa que calme los remordimientos por no asumir una obligación. Tratamos de eludir todo aquello que nos supone una situación incómoda, estresante o dolorosa; sin embargo, eso no soluciona el problema sino que lo alarga en el tiempo.
Procrastinar de forma continuada puede acabar convirtiéndose en un trastorno del comportamiento. Por lo tanto, no deje para mañana lo que pueda hacer hoy, porque…¡el mejor momento es ahora! Descubra cómo dejar de procrastinar.
¡No se deje engañar por su cerebro!
El primer paso para vencer las ganas de procrastinar es entender cómo y por qué sucede. Todo ocurre en su cerebro…¡él es el impostor! Él es adicto a la dopamina, a sentir una sensación placentera cuando realizamos una acción, por eso elije procrastinar.
Procrastinar es mucho más que ser vago, es una dificultad para regular las emociones. Nuestro cerebro busca la recompensa constantemente y, de esta forma, puede conseguirla.
En otras palabras, el sistema límbico –donde se aloja el centro de placer- y la corteza prefrontal –zona focalizada en la planificación- mantienen una lucha. Es evidente que habitualmente gana el sistema límbico porque supone un extra de placer, aunque sea a corto plazo.
De este modo, nuestro cerebro consigue evitar las situaciones desagradables como el estrés o el miedo a favor de un breve bienestar. El problema surge cuando este se “engancha” a la dopamina, modificando las neuronas y aumentando las probabilidades de procrastinar.
El problema real de procrastinar de forma continuada es que, en realidad, ese bienestar temporal no existe. Al menos fuera de nuestro cerebro. Aunque nuestro sistema límbico esté convencido de que evitar una tarea nos satisface, no es así. Normalmente sucede todo lo contrario, surgen sentimientos de culpabilidad y ansiedad.
En definitiva, procrastinar es un método de autodestrucción que nos limita. No obstante no es fácil salir del círculo vicioso de “mañana lo haré”. Uno de los principales investigadores de este tema, el profesor de psicología Joseph Ferrari, afirma que: «decirle a un procrastinador crónico que ‘simplemente lo haga’ es como decirle a una persona deprimida ‘alégrate'». Entonces, ¿cómo podemos dejar de procrastinar?
¿Cómo dejar de procrastinar?
Si ha llegado hasta aquí y no ha pospuesto esta lectura para mañana, ha comenzado a alejarse de la procrastinación. Ser consciente de un mal hábito es siempre el primer paso para modificarlo.
Antes de darle algunos consejos, sepa que no será una tarea sencilla; le llevará tiempo y esfuerzo. No obstante, consideramos que merece la pena trabajar en el autoconocimiento para no ser una barrera para nosotros mismos.
Controle sus pensamientos
Ya hemos mencionado que procrastinar es resultado de un problema para regular nuestras emociones. Por lo tanto, esta es la primera cuestión que debemos atajar. Trate de comprender sus sentimientos y enfoque su atención al momento actual. Esto es importante, ya que la ansiedad está a menudo provocada por el exceso de pensamientos.
En este sentido, la meditación es una opción para liberar la mente. Permitiéndonos así que podamos realizar las actividades con mayor consciencia. Lo que tiene como consecuencia, el incremento de la calidad de nuestras acciones.
En definitiva, nuestro cuerpo activará el “piloto automático” para realizar las tareas y no trataremos de buscar excusas para evitarlas. Y, sobre todo, no se castigue si un día se siente incapaz. Recuerde que eso puede llevarle a crear de nuevo el círculo vicioso de la procrastinación.
Evite el estrés
Según un estudio de Tower Watson, tenga en cuenta que los empleados que sufren altos niveles de estrés:
- Son menos productivos.
- Se sienten desconectados.
- Necesitan más horas para realizar una tarea.
- Faltan más a su puesto de trabajo.
Por lo tanto, si se siente así, desconecte para poder regresar con la mente despejada. En este punto entran en juego las empresas y sus políticas para la prevención de riesgos laborales. Muchas organizaciones omiten los riesgos psicosociales que pueden tener graves consecuencias en el desempeño de los trabajadores.
Por este motivo, las compañías deberían contar con profesionales cualificados para evitar estas situaciones y no ser cómplices de retrasar las tareas. Nuestra Maestría en Prevención de Riesgos Laborales, es un postgrado de alta calidad que podría convertirle en el especialista que todas las empresas necesitan.
Cree sus estrategias para dejar de procrastinar
Autoevalúe su comportamiento: ¿Cuáles son sus tareas más rutinarias? ¿En qué momento se siente tentado a retrasar una actividad? ¿Le sucede en su trabajo, en la escuela o en casa? Responda todo este tipo de preguntas para saber en qué punto se encuentra y poder planificar cómo dejar de procrastinar.
Luego elija la forma con la qué más cómodo se sienta. Le dejamos algunas posibilidades:
- Técnica Pomodoro: consiste en trabajar durante 25 minutos y descansar cinco; repitiendo el ciclo cuatro veces. Después debe parar 30 minutos. De esta forma, aumenta la concentración en una única actividad.
- Regla de los dos minutos: si la tarea que debe realizar puede hacerse en menos de dos minutos, no planifique: ¡hágalo! De este modo, no tendrá tiempo para posponerla, antes de darse cuenta habrá finalizado.
- Estrategia de Seinfeld: esta técnica se utiliza para las tareas diarias. Marque en un calendario una X cada vez que la complete, el reto es no romper la cadena.
- Principio de progreso: si tiene que enfrentarse a una tarea muy grande, la mejor opción es dividirla en metas más pequeñas. Así podrá tener la satisfacción de completar actividades a corto plazo y no retrasará un proyecto mayor.
Esto son solo algunos ejemplos que pueden servirle para aplicar en su trabajo o vida académica. Pero recuerde que debe adaptarlas a sus necesidades. Así pues, será capaz de encontrar la estrategia más útil para evitar procrastinar.
En conclusión, nuestros pensamientos y sentimientos influyen en gran medida cuando procrastinamos. Y cuando procrastinamos también influenciamos nuestros pensamientos y sentimientos. Es decir, ambos factores están íntimamente ligados.
Por lo tanto, trabaje su salud mental y preste atención a sus necesidades. El autoconocimiento es la base para acabar con los límites que nosotros mismos nos imponemos. Hoy es el día, no piense más en como dejar de procrastinar y ¡hágalo!