¿Piensa que está pensando? Le aseguramos que no es un juego de palabras, sino una manera de introducir qué es la metacognición. Este concepto hace referencia a la acción de tener conciencia y control sobre los pensamientos y el aprendizaje.
Si aún le parece una definición enrevesada, le prometemos que al final de este texto será capaz de comprender a la perfección este término. Pero antes, contextualicemos el término de metacognición.
Una mirada hacia el pasado: origen de las primeras teorías sobre metacognición
La mayoría de fuentes señalan a John H. Flavell como uno de los pioneros en abordar este tema. Dentro de su propia definición señala dos factores principales: en primer lugar, el conocimiento de los procesos propios y ajenos; en segundo lugar, la organización y análisis de ese conocimiento.
Es decir, según el estadounidense, la metacognición nos permite comprender las funciones y adelantarnos a las intenciones de los demás. Por lo tanto, es vital para el desarrollo como seres humanos.
Por otra parte, la metacognición se relaciona habitualmente con la teoría de la mente. Es decir, la capacidad que tenemos de ser conscientes de los estados mentales de otros sujetos. Independientemente de que sean o no iguales a nuestros pensamientos.
Esta hace hincapié en el pensamiento ajeno, no tanto en el propio. No obstante, es necesario para reducir la incertidumbre de nuestro entorno. Pudiendo actuar en consecuencia de lo que somos capaces de predecir y comprender del resto.
Si tenemos dificultades para desarrollar la metacognición podría deberse a enfermedades psicopatológicas. Por ejemplo, numerosos expertos señalan que autismo podría estar causado por problemas relacionados con la teoría de la mente.
Y los animales, ¿piensan qué piensan?
Algunos estudios han demostrado que los animales también tienen esta capacidad aunque en diferente nivel. Bateson, antropólogo y psicólogo, estudió esta cuestión. Tras la observación pudo concluir que, por ejemplo, dos perros eran capaces de discernir entre una pelea real y una pelea como forma de juego.
Esto era posible a través de las señales que los animales se transmitían. De este modo, podrían tomar conciencia de lo que está sucediendo y cuál es la intencionalidad del otro.
Tipologías de metacognición
Las distintas modalidades metacognitivas están vinculadas a nuestras capacidades cognitivas. Cada una de ellas, entra en juego en un momento determinado, dependiendo de aquello que necesitamos para planificar y organizar nuestro pensamiento. A continuación le presentamos los cuatro tipos de metacognición que podemos encontrar:
- Memoria: la conocida como meta-memoria se refiere a nuestra capacidad para conocer nuestras habilidades en este aspecto. De esta forma, podemos relacionar lo nuevo con lo que ya sabíamos. Es una forma de conexión, que fomenta la capacidad analítica.
- Atención: cuando hablamos de meta-atención nos referimos al control de esta. Por tanto, es la destreza que nos permite focalizar la atención en un momento concreto. En este necesitamos hacerlo para realizar otro proceso y existen factores externos que nos lo dificultan. Entonces, si somos conscientes de esto podremos tomar medidas para mejorarla. Por ejemplo, limitar el uso del dispositivo móvil. El primer paso para registrar la información es la atención.
- Comprensión: la meta-comprensión es nuestra habilidad para entender algo y poder utilizarlo posteriormente. En ocasiones, leemos un texto de forma rápida y creemos que ya lo hemos comprendido. Sin embargo, si nos preguntan, muchas ideas habrán pasado desapercibidas. Los pequeños matices son fundamentales para comprender los conceptos y que nos sean útiles después.
- Pensamiento: pensar sobre el propio pensamiento. En esto consiste el meta-pensamiento. Muy pocas veces reflexionamos sobre el acto mismo de pensar. Que puede ser de gran utilidad para incentivar la creatividad a través de nuestras propias ideas y creencias.
La relación entre metacognición y aprendizaje
La metacognición como podrá prever tiene una estrecha relación con el proceso de aprendizaje. En este sentido, nuestra Maestría en Educación puede ser de gran utilidad para conocer estas teorías. Para, posteriormente, desarrollar su carrera como docente y enseñar al alumnado a aprender. Una cuestión muy poco extendida.
Aprender a aprender. Aunque suene redundante, es imprescindible para alcanzar nuestro máximo rendimiento. Tener consciencia de nuestras habilidades metacognitivas nos permitirá utilizarlas de forma eficiente.
Es habitual que la docencia tradicional lance al alumno o alumna temarios infinitos. Entonces, el estudiante los memoriza y los “escupe” en sus exámenes. Y después lo olvida todo. En conclusión, es un aprendizaje superficial que se borrará rápidamente de nuestra memoria.
Potenciar nuestras capacidades metacognitivas, por tanto, servirá para integrar conceptos. Así como mejorar nuestra memoria a través de la interrelación entre lo que conocemos y lo que estamos aprendiendo.
En definitiva, la educación podría beneficiarse de esta herramienta innata en los humanos. Pudiendo fomentar un estudio riguroso y de gran valor para la comunidad estudiantil.
Por lo tanto, es esencial que el personal docente conozca estas teorías y la aplique en las aulas para mejorar el rendimiento de los alumnos.