El comercio exterior en México es uno de sus mayores motores de crecimiento económico. A día de hoy representa más del 65% del producto interior bruto del país (PIB). Hasta llegar a este punto álgido, hubieron de darse situaciones complicadas que pusieran de relieve los retos reales de la internacionalización.
Una de las cuestiones que se puso sobre la mesa son las disputas comerciales entre distintos países. En los tratados mercantiles siempre existe la posibilidad de que surjan desacuerdos. Como solución a estos conflictos surge el arbitraje comercial.
Si se dedica o quiere dedicarse al comercio internacional debería conocer este concepto. Pero tranquilo, se lo explicamos con todo detalle en las siguientes líneas.
Arbitraje comercial: qué es y para qué sirve
El arbitraje comercial es un método para la resolución de conflictos en procesos comerciales. En México, este sistema normativo es reconocido por su solidez y está integrado con las normas tanto internas como externas.
Es importante destacar que no es un procedimiento judicial. Es decir, no interviene un juez para la resolución de los conflictos. Asimismo, el arbitraje no está estrictamente sujeto a las leyes.
Por lo tanto, en a través del arbitraje comercial internacional las partes disconformes nombran a una tercera persona imparcial. Esta persona es la que resolverá el desacuerdo a través de la observación, la legislación y los distintos factores que pudiesen tenerse en cuenta.
De esta forma, el árbitro dicta su decisión. Normalmente esta no puede recurrirse y debe considerarse por la autoridad judicial. Pero sin que este órgano se pronuncie sobre el tema acontecido.
Tipos de arbitraje: de derecho y de equidad
El arbitraje de derecho resuelve los conflictos de carácter internacional aplicando el derecho. Por ello, aunque queremos recalcar que no es un procedimiento judicial, los árbitros deben ser abogados en ejercicio.
En definitiva, el laudo (así es como se denomina la resolución del árbitro) se dictará en base a argumentos jurídicos.
Por otra parte, el arbitraje de equidad está basado en la resolución en base a “su leal saber y entender”. Por lo tanto, el laudo estará motivado por el sentido de la justicia, aunque sin ir en contra de la legislación.
La falta de acuerdo, según la Ley de arbitraje, obliga al arbitraje de derecho. Ya que la resolución de esta debe ser cumplida aunque se esté en desacuerdo.
Dudas sobre el procedimiento de arbitraje
En primer lugar, los árbitros no requieren estudios en derecho. Al menos en el caso del arbitraje de equidad. Sin embargo, los requisitos para ocupar este puesto varían en función de los países. Por ejemplo, Tribunal arbitral de Barcelona (TAB) exige a estos profesionales tener estudios de graduado más un máster en materia arbitral o de abogacía.
Este procedimiento puede solicitarse por cualquier empresa que requiera la solución de un conflicto. Para ello, deberán designar un árbitro independiente entre las dos partes. En este mismo sentido, el número de árbitros debe ser siempre impar. Si ambas partes no están de acuerdo, solo se elegirá a uno.
Por otra parte, no se requiere la existencia de un contrato previo. Únicamente, las partes deberán firmar un documento que acredite el acuerdo para resolver su controversia a través de este procedimiento.
Por qué elegir (o no) el arbitraje comercial: ventajas e inconvenientes
Como la mayoría de cuestiones, existen pros y contras. En este caso, las principales ventajas de este procedimiento de resolución de conflictos privado destacan:
- Independencia y neutralidad de los árbitros y sus instituciones: las partes solicitantes pueden elegir a los profesionales, incluso siendo estos de otros países.
- Decisiones vinculantes: aunque el laudo provenga de otro país, su cumplimiento es obligatorio.
- Flexibilidad en el proceso: al no existir unas normas rígidas, este procedimiento puede adaptar los plazos y los trámites.
- Garantiza la confidencialidad: al tratarse de un proceso privado, solo los intervinientes tienen derecho a estar presentes.
En contraposición, existen algunos inconvenientes relacionados con el arbitraje comercial. Por ejemplo, al ser un procedimiento privado ambas partes deben hacerse cargo de los costos. Desde los honorarios o gastos administratorios a las tarifas de los árbitros.
Por otra parte, es un procedimiento lento. La flexibilidad que antes era una ventaja puede ser también un inconveniente. Programar las citas de las audiencias o ponerse de acuerdo en las distintas fases hace que los trámites vayan muy despacio.